Compartimos hoy el Informe de Evaluación del Edificio que hemos realizado en la plaza de Vulcano 1, donde intervinimos hace unos años para consolidar su estructura.
Se trata de un bloque aislado de viviendas con un cerramiento de fachada de una sola hoja de ladrillo revestido con monocapa. A simple vista es posible estimar que su calificación energética estará cerca de la G.
El documento que conforma el IEE incluye un estudio detallado de tres aspectos básicos del estado del edificio:
a) La evaluación del estado de conservación del edificio.
b) La evaluación de las condiciones básicas de accesibilidad universal.
c) La certificación de la eficiencia energética del edificio.
Como intuíamos, su calificación energética es una G.
Lo interesante para la propiedad, además de saber que su edificio tiene una calificación G, es conocer cómo mejorar el comportamiento energético mediante una serie de recomendaciones que tienen que ser realistas y viables tanto técnica como económicamente.
En este caso proponemos 3 conjuntos de medidas:
Comparamos las medidas de mejora y su posibles combinaciones:
Como puede verse, tanto la instalación de un sistema de aislamiento térmico por el exterior (SATE) como la mejora de las calderas sustituyéndolas por equipos mixtos de condensación más eficientes para calefacción y ACS mejoran la calificación a una E, superando un 40% de reducción de emisiones globales. Y con la combinación de las 3 medidas se llega incluso a una D.
En este caso, del valor de periodo de amortización y Valor Actual Neto de cada conjunto de medidas se deduce que desde el punto de vista estrictamente económico, y considerando una pauta de incremento del coste de la energía basada en estadísticas oficiales, serían viables todas las medidas propuestas con excepción de la sustitución de ventanas, como medida aislada.
Aparte de las cuestiones estrictamente numéricas, cabe señalar que la rehabilitación energética supone un incremento del valor del edificio, ya que mejora su estado general (confort, condiciones de salubridad y habitabilidad), contribuye a la reducción de los costes de mantenimiento y, sobre todo, mejora su calificación de eficiencia energética. Estos factores, aunque sea de un modo difícilmente cuantificable, influyen de forma favorable en el precio de alquiler o venta del inmueble.